Se observa un fuerte proceso de expansión de la fuerza de trabajo femenina, la incorporación de las mujeres al mercado de laboral ha aumentado considerablemente en las últimas décadas y su presencia es más permanente, ya sea por decisión personal o como resultado de presiones económicas. Pero ¿cómo se da la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo?
Por un lado es necesario señalar:
·
Que
existe mayor empleo, la tasa de
empleo de las mujeres ha aumentado, al igual que su participación en el total
de ocupados.
·
Que
las mujeres están asumiendo roles claves
en el proceso de desarrollo económico y en la manutención de sus propios hogares.
·
Que
las mujeres presentan un mayor nivel de
instrucción y de escolaridad que los varones.
·
Que
la tasa de asistencia escolar de las mujeres es mayor que la de los varones.
No obstante, a pesar de que el aumento
de la participación femenina en el mercado laboral fue acompañado por un
incremento en su nivel de escolaridad, la inserción en el mercado de trabajo no
se produce en un marco de igualdad de condiciones con los varones ya que lo
hacen con ciertas desventajas que
dificultan su acceso y permanencia.
Debido a pautas culturales que asignan roles femenino y masculino en la sociedad, aquellas que trabajan o desean trabajar viven una situación de doble responsabilidad hogar/trabajo que les provoca una serie de conflictos, para su desarrollo personal y profesional. Realizan esfuerzos de compatibilización de las tareas domésticas con las laborales que afectan negativamente en su disponibilidad para el trabajo o para la formación profesional. Los empleadores presentan una serie de prejuicios con relación al trabajo femenino, obstaculizando su acceso al empleos.
Esta actitud se fundamenta en el supuesto impacto que sobre los costos laborales tiene la función biológica de la maternidad y el hacerse cargo de las responsabilidades familiares.
La situación de desventaja mencionada se constata analizando algunas características del mercado de trabajo femenino:
Debido a pautas culturales que asignan roles femenino y masculino en la sociedad, aquellas que trabajan o desean trabajar viven una situación de doble responsabilidad hogar/trabajo que les provoca una serie de conflictos, para su desarrollo personal y profesional. Realizan esfuerzos de compatibilización de las tareas domésticas con las laborales que afectan negativamente en su disponibilidad para el trabajo o para la formación profesional. Los empleadores presentan una serie de prejuicios con relación al trabajo femenino, obstaculizando su acceso al empleos.
Esta actitud se fundamenta en el supuesto impacto que sobre los costos laborales tiene la función biológica de la maternidad y el hacerse cargo de las responsabilidades familiares.
La situación de desventaja mencionada se constata analizando algunas características del mercado de trabajo femenino:
·
Un
mercado laboral, con concentración de ellas en un conjunto reducido de
ocupaciones típicamente femeninas en términos culturales, siendo sus
ocupaciones preferentemente como maestras, profesoras, enfermeras, secretarias,
empleadas de oficina y vendedoras de comercio, peluqueras y afines.
·
Se
encuentran sobre-representadas en actividades vinculadas al sector
servicio de baja calificación laboral, donde el servicio doméstico ocupa un
lugar preponderante.
·
Se
observa concentración de mujeres en los puestos de menor jerarquía de cada
ocupación, lo que implica trabajo menos remunerado y más inestable sobre
todo en el sector privado.
·
Brecha salarial entre
varones y mujeres.
El ingreso percibido por las mujeres durante su vida activa, es inferior al de
los hombres, en promedio, alrededor de un 30
% menos. Lo que explica porque las mujeres están concentradas en los grupos
de ingresos bajos y medios mientras que ellos se concentran
principalmente en los grupos de ingresos medios y altos.
·
Las
mujeres han presentado mayores índices de desocupación que los varones durante
la década. Los datos de mayo del 2001 registran una diferencia menos notorias
que en años anteriores (en 1995 llegó a
casi 5 puntos esa diferencia).
Confirmando un comportamiento
estructural, los últimos datos disponibles indican que las mujeres participan
en muy baja proporción como patronas y
empleadoras con respecto al hombre.
Inversamente, en la categoría "trabajador/a sin salario" las
mujeres registran un valor casi tres veces mayor al de los varones.
La tasa de desocupación, por su parte
es sensiblemente menor (lo que puede explicarse por el menor peso de la
población joven que registra los más altos índices de desocupación) y bastante
semejante entre varones y mujeres.
Por otra parte, la inactividad entre las mujeres jefas, puede explicarse por la incidencia de mujeres mayores de 65 años (jubiladas y pensionadas) que encabezan hogares.
Por otra parte, la inactividad entre las mujeres jefas, puede explicarse por la incidencia de mujeres mayores de 65 años (jubiladas y pensionadas) que encabezan hogares.
En base a lo expuesto
anteriormente, se puede deducir que los problemas que enfrentan las mujeres en
cuanto al mercado laboral están cada vez menos referidos a la educación formal,
responden
a la segmentación sexual del trabajo, a
la falta de capacitación profesional acorde con los nuevos exigencias de
producción y a la permanencia de
patrones culturales que siguen considerando el trabajo femenino como
complementario del masculino.
Reflexiones
De la casa a la fábrica, entre fines del siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX, el trabajo
fue otra de las dimensiones que cambió las relaciones de la familia. “Las
fronteras que históricamente separaban los espacios de actuación de hombre y
mujeres se fueron desdibujando”.
Eran tiempos en que surgían los gremios y sindicatos
alentados por las diferentes corrientes ideológicas y políticas. “Las mujeres
tuvieron un lugar conflictivo y ambiguo tanto en las organizaciones obreras
como en las protestas”.
Fueron décadas de esfuerzos de hombres y mujeres para
organizar asociaciones constituidas exclusivamente por las trabajadoras aunque
en esa época se consideraba que las organizaciones femeninas necesitaban
organizaciones propias.
Las mujeres ingresan tardíamente a la historia porque
siempre estuvieron en la esfera pública pero con bajo reconocimiento. La mirada
atenta de un patriarcado que les ha negado cualquier rol protagónico en la
historia de la nación, no obstante su participación tuvo una presencia
innegable es decir “la mitad invisible de la historia”.
Prejuicios culturales: “ Y
Dios creó a la Mujer con la costilla de Adán” Discriminación que hoy aún
respalda la desigualdad.
“Las
evaluaciones sobre habilidades, destrezas y capacidades para trabajar se basan
en criterios inequitativos.” (Todavía hoy, por las mismas tareas, los varones
ganan más que las mujeres). Ejemplo de asimetría en el trato “Las preguntas que
suele recibir una joven que está buscando trabajo jamás
se las harían a un varón tales como ¿Tenés hijos? ¿estás casada?”.
Barajar y dar de nuevo: El
estereotipo de la mujer se construye como el de cualquier varón, pero desde una subalternidad social. Es decir se le exige el doble. Los
paradigmas femenino y masculino son propios de una sociedad de clases donde el
varón se apropió de la mujer y sus
hijos.
Idea fuerza:
Mujer como motor de cambio del ámbito doméstico y público, preservación de
costumbres y mentalidades, de prejuicios y roles tradicionales. El pensar en
las mujeres ayuda al análisis en las
relaciones de poder.
LA PROPUESTA DEL
CONSEJO NACIONAL DE LA MUJER
Desde su inició el CNM tuvo como uno de sus ejes prioritarios revertir la particular modalidad de inserción de las mujeres en el mercado laboral, por lo que se propuso los siguientes objetivos:
Desde su inició el CNM tuvo como uno de sus ejes prioritarios revertir la particular modalidad de inserción de las mujeres en el mercado laboral, por lo que se propuso los siguientes objetivos:
·
Articular
los programas y proyectos de empleo y capacitación laboral que se implementen
en los diversos ámbitos gubernamentales y territoriales, con el fin de
incorporar la igualdad de oportunidades y trato entre varones y mujeres en el
mundo de la producción y del trabajo.
·
Mejorar
la situación de empleo de las mujeres, promoviendo la capacitación y la
formación profesional.
·
Favorecer
la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, contribuyendo a
disminuir los niveles de desempleo femenino.
·
Sensibilizar
a la sociedad toda y a los sectores comprometidos en el sistema de relaciones
laborales sobre la equidad de género.
·
Hacer
visible ante la opinión pública la situación y el aporte económico que realizan
las mujeres al mundo del trabajo y la producción.
·
Promover
una legislación acorde y velar por el cumplimiento de la normativa vigente.
Líneas de Acción:
·
Incorporación
de la perspectiva de género en el campo económico nacional y en los espacios de
integración regional
·
Promover
la constitución de asociaciones de mujeres emprendedoras y de redes locales,
regionales y nacionales
·
Capacitación
y Asistencia Técnica
·
Desarrollo
del conocimiento sobre la situación de las mujeres en la actividad productiva
·
Fortalecer
la capacidad de las mujeres en la promoción del Desarrollo Sostenible
En el año 1998, se firmó el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nro. 254/98, que aprobó el "Plan de Igualdad de Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral". Este Plan tenía como objetivo que el CNM y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación, acordaran acciones a fin de promover la igualdad de oportunidades y de trato, como:
·
el
diseño e implementación de planes operativos para la incorporación de las
mujeres al trabajo;
·
la
promoción de la actividad emprendedora;
·
la
difusión de los derechos de las trabajadoras;
·
la
generación de instancias administrativas para garantizar la igualdad de
oportunidades;
·
la
promoción de acciones para la conciliación de la vida familiar y laboral;
·
el
análisis y difusión de información sobre el aporte de las mujeres trabajadoras.
Este
Decreto fue incorporado como parte integrante del Pacto Federal del Trabajo, compromiso asumido entre la Nación, las
provincias y la ciudad autónoma de Buenos Aires a efectos de trabajar en
conjunto y coordinadamente para mejorar la calidad del trabajo y prestando
especial atención a los sectores de menores recursos.
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